Sueños

Laboriosos, como hormigas o abejas,
mis pensamientos siguen trabajando
mientras mi cuerpo intenta descansar
en camas semejantes a potros de tortura,
en sacos de dormir del tamaño de una faltriquera,
en jergones que largan estopa por todas partes.

Mientras me revuelvo de un lado a otro
en lechos que parecen erizados de púas,
asfixiado por mis propios ronquidos,
desplomado de cansancio
como por un francotirador estadounidense,
mi mente fabrica todos esos sueños extraños
asociando las imágenes más disparatadas,
yuxtaponiendo los escenarios más exóticos,
reuniéndome con los muertos en un limbo
donde confluyen la imaginación y la memoria.

Incluso cuando estoy exhausto,
cuando estoy literalmente muerto de cansancio,
mi mente sigue fabricando
todos esos sueños extraños
como quien hace trucos de prestidigitación
con la baraja del tarot.

Oh Señor, Tú sabes que yo no busqué estas palabras

estas letras ya estaban en mi sopa cuando por fin sequé mis lágrimas
Tú sabes que estas voces
aparecieron bajo mi almohada
cuando ya no esperaba nada
ni buscaba nada más

Oh Señor, Tú sabes que yo solo quería divertirme
en la libertad de los descampados
en los solares abandonados
en los baldíos
a mí me gustaban esas palabras
y a esas palabras parecía gustarles yo
así que me dejé llevar
¿qué más da —me decía yo—,
qué es lo peor que puede pasar?

Así es como 1 se mete en problemas, Señor
buscando aventuras en los confines
en los límites
donde las palabras pierden o confunden sus sentidos
Oh, pero Tú sabes que todo empezó como una travesura

Acaso las palabras están vivas
Tú sabes que están aquí antes de que yo asomara a tu Predio
acaso a ti también te precedieron, Señor
pero yo no podía sospechar nada
me dejé ir como en una resbaladilla
como en un tobogán de agua

Promesas

Las próximas vacaciones
saltaremos juntos en paracaídas,
será distinto e inolvidable,
lo prometo.

Pasaremos varios días
en el extranjero como en otro planeta,
y acaso para entonces nadie pueda
obligarnos a volver.

Pero si volvemos
será bronceados, más apuestos que nunca
dispuestos a repetirlo el año siguiente
y al siguiente y al siguiente y al siguiente.

Te prometo las mejores vacaciones de tu vida,
semejantes al sueño de una noche de verano,
rentaremos un kayak en los rápidos,
bucearemos en los arrecifes de coral.

Iremos de visita al santuario de los grizzly,
visitaremos a las ballenas en su santuario,
serás tú quien elija nuestro destino,
yo solo compraré los boletos.

Pero ahora debo volver al trabajo,
los pendientes apremian,
los negocios no descansan nunca,
los clientes jamás se van de vacaciones.

¿De qué otro modo podría
pagar los boletos, el hospedaje?
Alguien debe costear tu escuela,
los lujos onerosos de tu madre.

Tendrás que esperar un año
más, solo uno, y entonces
sí que nos iremos juntos muy lejos
de aquí, a donde tú prefieras.

Canciones que cantamos

afuera de los bares, cuando
la noche tocaba a su fin, y todavía
teníamos energía suficiente
para seguir de fiesta, perdidos

entre la niebla de los cigarros.

Entre nuestros labios, las canciones
ardían como cigarros, como un único cigarro
saltaban de boca en boca, como la pipa
de la paz, pero en nuestras mentes
y en nuestros cuerpos había un poco
de todo, excepto paz.

Las escenas se sucedían
como en las pantallas de cine
mientras la luna se apresuraba a volver a casa por los confines
del poniente, como una chica que hubiera
salido a divertirse
sin permiso de sus padres.

(Películas y canciones que pronto
pasaron de moda, antes que la ropa,
más rápido que los modelos de los carros,
flores de garaje marchitas, efectos
prácticos, anteriores a la imágenes
generadas por computadora.)

Al amanecer, como una escoba en llamas,
el sol barría la ceniza
volcánica de la noche, y nosotros
seguíamos buscando la escapatoria,
la salida del laberinto, pero
procurando divertirnos todo lo posible.

La luz de los faroles chapaleaba
bajo las suelas de nuestros tenis,
las aceras se deslizaban
como alfombras voladoras
bajo nuestros pies, sin rumbo fijo

y a todas partes al mismo tiempo.

Un poco de sentido del humor,

por favor,

algún chiste verde,
azul, amarillo, rojo,
para aliviar un poco

la tensión de estos días
lúgubres y lóbregos,
pero lúbricos no, por desgracia;

un picahielos
capaz de pulverizar la indiferencia
glaciar de las mujeres

más hermosas, a punto
de convertirse en madres
y esposas felices;

la indiferencia de los caballeros,
apuestos a pesar de sus caras
de pocos amigos,

personas como tú y como yo,
amables y comprensivas
en el fondo, por debajo
de sus prejuicios.

Las heridas son azules

de noche, cuando el silencio cubre

como ceniza los tristes
rincones sin salida

donde la memoria
tropieza con sus propios

recuerdos, en las calles
del pasado, avenidas

mal iluminadas
de una ciudad vacía

para siempre. En las paredes

las heridas
dicen que puedes

apagar el incendio con tus lágrimas,
mas no es cierto. Nos mienten las heridas
de noche, en los rincones transparentes
de la memoria, dulce

embustera.

Fotografía Dead Trees

Santiago Bermúdez (Ciudad de México, 1989) Diplomado en corrección de estilo y propiedad idiomática (SOGEM) y en escritura creativa por la SOGEM, Escuela Mexicana de Escritores, Literaria. Cuenta con estudios en Lengua y Literaturas Hispánicas (UNAM). Su trabajo ha sido incluido en Un disparo en la nunca para terminar con esto (Cuadernos de La Rabia I, Potosí, Bolivia, 2013) y mucho más recientemente en el blog Poetas muertos (2025) y en el catálogo impreso de los concursantes al Primer premio de poesía en honor a Horacio Warpola (Bahía Poética). Además de la literatura, le gusta el ajedrez. 

sinceridad, experiencia, materialismo, anti-poesía, coloquialismo

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Escrito por:paginasalmon

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